El árbol del paraíso o simplemente paraíso (Elaeagnus angustifolia), es un pequeño árbol de hoja caduca. No debe confundirse con la misma designación con la que se conoce en Argentina y Uruguay a la especie Melia azedarach. Es un árbol caducifolio que puede alcanzar los 10 metros de altura, aunque en la mayoría de los casos no llega a los 7m. A veces tiene apariencia frágil. El tronco se ramifica abundantemente y presenta un color pardo oscuro. La corteza, con la edad, se va resquebrajando. La copa es redonda y ancha, y las ramas plateadas y espinosas. Sus hojas son caducas, largas y estrechas, de color verde con tonos grises en el haz y plateadas con escamas en el envés. Las flores, amarillas, desprenden una intensa fragancia y pueden aparecer solas o en grupos de 2 ó 3 unidades. Florece de mayo a julio, dando unos frutos similares a la aceituna, pero de color marrón con reflejos rojos. Este árbol no es nada exigente para el suelo y soporta bien la sequía, aunque no así las intensas heladas. No se recomienda que esté sometido a una humedad continuada y agradece enormemente su exposición al sol. La poda es esencial, ya que es la manera de darle forma a la copa, sobre todo si queremos formar filas, donde deben ser todos los ejemplares iguales. Tenemos que ser precavidos con las plagas y enfermedades, ya que es muy propenso a los ataques del pulgón, o a la roya y el oidio. Su principal función es paisajística. El color de tronco presenta un efecto cromático excelente con el de sus hojas, y el resultado es perfecto. Tendremos que ser precavidos si tenemos niños en el jardín, ya que pueden dañarse con las espinas. Además, su resistencia y los pocos cuidados que requiere facilitan que lo podamos cultivar en cualquier parte. Recomendado para jardines de dimensiones reducidas y zonas urbanas. (En este post te mostramos un montón de consejos de paisajismo para espacios reducidos) Por otro lado, su fruto es comestible y en Oriente se usa para elaborar una bebida alcohólica.