La oruga procesionaria o Thaumetopoea pityocampa, tal y como se la conoce en el mundo científico, es una plaga muy común en el centro-sur de Europa y su principal víctima son los pinos, aunque también ataca a cedros y abetos. Es en verano cuando la mariposa procesionaria pone sus huevos en las copas de los árboles de las que nacerán, a los 30 ...
La oruga procesionaria o Thaumetopoea pityocampa, tal y como se la conoce en el mundo científico, es una plaga muy común en el centro-sur de Europa y su principal víctima son los pinos, aunque también ataca a cedros y abetos. Es en verano cuando la mariposa procesionaria pone sus huevos en las copas de los árboles de las que nacerán, a los 30 o 40 días, las molestas orugas. En el mismo momento en el que se produce la eclosión las larvas comienzan a alimentarse de las finas púas del árbol provocando la caída prematura de sus hojas. A pesar de inducir un deterioro notable no es letal para los pinos, a no ser que sean especies pequeñas, en tal caso podrían llegar a secarse. Los daños más agresivos causados por este insecto se dan a finales del invierno debido a su gran voracidad. Al cabo de aproximadamente un mes de alimentación, las orugas descienden al suelo y se entierran para llevar a cabo la metamorfosis. Descubrir la presencia de esta plaga no es complicado ya que se extenderá por el tronco y ramas del árbol, provocando sequedad en las acículas (púas). Además, los bolsones de seda que les dan cobijo durante el frío invernal son bastante visibles. Cuando la procesionaria se encuentra en su primera fase de crecimiento se deberán realizar tratamientos preventivos fitosanitarios. Pulverizando la copa del árbol con productos específicos para este tipo de plagas impidiendo, de esta forma, la continuación de su desarrollo. A partir de primavera los daños, provocados por la oruga adulta, serán evidentes y notables. La única solución posible dañará al resto de insectos localizados en la planta: Insecticidas químicos. Por lo tanto, es muy importante anteponerse a la aparición o desarrollo de la oruga procesionaria para evitar sus dañinos efectos y mantener nuestros pinos, abetos o cedros en las mejores condiciones.
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