SIEMBRA TU CESPED EN EL JARDIN Como primera medida, debemos preparar el terreno. No queremos que cuando comiencen a enraizar las gramíneas que has sembrado, se encuentren con escollos que a la larga, podrían entorpecer el crecimiento y normal desarrollo de tu césped. Así que con una pala de excavar o con una azada, vas roturando la tierra. Esta ...
SIEMBRA TU CESPED EN EL JARDIN Como primera medida, debemos preparar el terreno. No queremos que cuando comiencen a enraizar las gramíneas que has sembrado, se encuentren con escollos que a la larga, podrían entorpecer el crecimiento y normal desarrollo de tu césped. Así que con una pala de excavar o con una azada, vas roturando la tierra. Esta quizás va a ser la tarea más dura, pero una vez superada esta etapa, la de la roturación y tratamiento de la tierra, todo va a ser más fácil. Cuando toda la tierra esté roturada, es decir que hayas excavado en los por lo menos quince centímetros de profundidad inmediatos a la superficie y a lo largo y a lo ancho de todo tu jardín, viene el rastrillado que se realiza primero con los dientes hacia abajo, atrayendo hacia ti toda la tierra para luego devolverla en un movimiento digamos repelente. Notarás que aparecen los guijarros y piedrecitas que puedan llegar a ver. Si tienen el tamaño de una canica, no te hagas mucho problema porque esto no ofrece dificultad, a menos que tenga en exceso, en cuyo caso deberás amontonarlas en montoncitos para luego quitarlas del jardín. También aprovechas para erradicar raigones y restos de otros céspedes, si los hubiera. Una cosa que puedes aprovechar para ver, es si hay orugas en el interior de la tierra. Estas, suelen ser muy dañinas, pues son bebés, pero se alimentan como monstruos y comen varias veces su peso al día. Se alimentan de raíces jóvenes y son capaces de devastar una superficie en poco tiempo. Si las hubiere, deberás aplicar un oruguicida antes de sembrar para que estas desparezcan, aunque si son grandes, (del tamaño de tu dedo meñique, suele haberlas blancuzcas y medio transparentes y estas son terribles devoradoras), puedes quitarlas con la mano o matarlas allí mismo. Cuando ya has limpiado el terreno de escombros, en caso de que los hubiera, deberás, con la parte del lomo del rastrillo, emparejar la tierra, con movimientos de vaivén: ida y vuelta. Vas a notar que puedes darle el nivel que quieras. Procura no dejar hundimientos que luego serán charcas donde crecerán montones de césped demasiado densos, mientras que alrededor se verá ralo por aquello de la lixiviación. A continuación ya tienes el terreno preparado. Lo siguiente es medir las proporciones del mismo. Si son más o menos cincuenta metros, o cien metros, o números exactos, la proporción es de un kilogramo por cada veinticinco metros cuadrados, poco más o menos. Hay quienes recomiendan un poco más, pero los resultados se pueden obtener perfectamente así: con estas proporciones. Ahora bien. Si quieres que tu césped, esté todo el año verde, es mejor una siembra conjunta de varias especies que alternen su emergencia durante los distintos meses del año, con temperaturas y características opuestas. Hay una mezcla que contiene siete variedades. Puede tener distintos nombres y decir que sirve para muchas cosas, pero calculando los porcentajes que te menciono más arriba podrás comprar la cantidad: cuarto kilo, medio o un kilogramo de césped en mezcla de siete variedades o para todas las estaciones. Para sembrar, debes echar con una mano pequeños puñados en forma de abanico. No te apresures a echar grandes puñados, sino todo lo contrario: pequeños, para que vayas pudiendo calcular la cantidad en función del terreno que dispones. Primero avanzas en el terreno de izquierda a derecha y luego de abajo hacia arriba para hacer una imaginaria cuadrícula. Debe verse pareja toda la cantidad de semilla en el terreno. Es conveniente guardar un poco por cualquier eventualidad en la que no haya brotado totalmente, pero también, si lo deseas, en ese supuesto caso de que suceda, puedes comprar una cantidad menor. Pero aún no está totalmente terminado el trabajo. Quedan dos pasos importantes. El primero es agregarle una cantidad de tierra fértil o arena fina a la superficie de siembra(recebo cesped). Esta deberá cubrir más o menos un centímetro por encima de la semilla para que la proteja de las aves, la hidrate, y la mantenga a temperatura estable, además de que en el futuro aportará, (en caso de ser tierra fértil) sus nutrientes a las raíces. Una vez que has hecho esto, con una madera, puedes aplanar la tierra antes del riego. El aplanado es importante, pero lo más recomendable es hacerlo con una “T” hecha de un listón largo de madera y una tabla clavada a uno de los extremos(con un rodillo o con una bombona de gas). Ya has aplanado y ahora llega el momento del riego. Con la manguera, (si tienes un rociador, mejor) riegas personalmente toda la extensión hasta que haya quedado suficientemente húmeda. A partir de ahora, deberás hacer este mismo riego a diario. Te tomas unos pocos minutos diariamente durante aproximadamente una semana. Verás aparecer en ese lapso y siempre que las temperaturas lo permitan, las hojitas diminutas de tu nuevo césped. Pronto todo el jardín reverdecerá. Sólo debes atenuar los riegos cuando esté todo cubierto de césped y entonces, podrás cambiarlo a los aspersores, pero te recomiendo no dejarlos puestos y olvidarte porque la lixiviación hará que se encharquen sitios más bajos mientras los más altos ralean. Si riegas con esmero, los resultados serán óptimos. Un mes aproximadamente luego de que todo el césped está en su apogeo, puedes fertilizarlo con un fertilizante nitrogenado: ¡pero cuidado! Que lo mismo que te sirve para fertilizar, puede ser útil para matar todo tu césped. Muchos ha habido que por querer fertilizar, han acabado con sus plantas o jardines. Deberás ceñirte a las instrucciones del fabricante y jamás pensar que por mejorar los resultados, puedas agregar más de lo que se te recomienda. Cómo renovar el césped Os dejamos algunos pasos para renovar vuestro césped cuando lo veías apagado o en mal estado. Lo primero es saber por qué nuestro césped ha decaído, ya que para poder solucionar el problema, inicialmente tenemos que saber cuál ha sido. Por ejemplo, puede deberse a alguna plaga, falta de luz, exceso de riego… Una vez diagnosticado el problema, y dependiendo del estado del césped, es cuando hay que pensar si merece la pena arreglarlo o cambiarlo. Aquí os dejamos los pasos a seguir cuando el césped se ha dejado de lado y lo que compensa es cambiarlo entero. Para decir adiós al viejo césped y poder plantar otro, lo primero que hay que hacer es matar la vegetación que queda para poder sembrar uno nuevo. Pasadas unas semanas desde la fumigación, hay que cortar el césped cortito, sin miedo. Debéis usar el rastrillo y dejar una capa con el grosor que os interese tener. Hay que trabajar la tierra con pala y rastrillo hasta que quede desmenuzada. El rastrillo sirve para limpiarlo de piedras, malezas o basura. En este momento es cuando habrá que echar el compost y extenderlo de forma pareja con el rastrillo hasta nivelarlo. Si la tierra está en muy malas condiciones, os aconsejamos echar una capa de tierra negra. El momento de plantar Una vez se ha extendido el compost perfectamente, llega el momento de plantar. En el caso de que utilicéis semillas, os aconsejamos que sigáis las instrucciones que vienen en el envase. Debéis expandir las semillas por todos los sitios para que no queden huecos. Os recomendamos esparcirlas en sentido norte-sur y luego este-oeste. Inmediatamente después, se da un paso de rulo para poner en contacto tierra y semillas. Mantener el área húmeda Cuando todo está plantado, solo tendremos que mantener el área donde hemos puesto el césped con la humedad suficiente que requiere. La primera semana después de la siembra es fundamental en cuanto a agua se refiere. No podemos permitir que el suelo este seco. Pasados estos primeros días, iremos reduciendo el riego gradualmente. En días calurosos se recomienda dos veces al día y en días templados una. Aseguraros de que regáis todas las zonas por igual. Cuidados posteriores Una vez que los brotes han dado su fruto y nuestro césped ya tiene una medida considerable, podéis aplicar productos que fomentan el crecimiento cómo fertilizantes. Por otro lado, cuando este sea demasiado largo, debéis cortarlo para evitar así malas hierbas y posibles problemas futuros. Cuidados del césped en Invierno Durante los meses más fríos su apariencia se afea y pierde su brillo verde. Se van volviendo más marrones y amarillentos, sobre todo por las mañanas en las que amanece helado en la superficie. Yo le administro dos fertilizaciones al año para proveerle de los nutrientes necesarios, pero esto puede variar según la variedad que tengáis. Uno de los mayores peligros es la aparición de hongos, y para evitar que aparezcan es mejor realizar un corte un poco más alto y no hacerlo inmediatamente después del rocío, pues la humedad y la acumulación de restos es un caldo de cultivo de hongos. Por eso conviene cortarlo cuando ya esté seco. Si tenemos un césped que ha crecido de forma natural, el trabajo más frecuente que tengamos que hacer será librarlo de las malas hierbas. En invierno pierde más color, pero en primavera lo recupera con facilidad si realizamos varios cortes según va creciendo. En cuanto al riego, casi no hace falta regarlo ya que con la humedad de por las mañanas y las precipitaciones es suficiente. Sólo si no lloviese y tuviéramos un clima más seco (aunque frío), deberíamos regarlo al menos una vez por semana. En cualquier caso, si regáis el césped, no lo hagáis a última hora de la tarde, porque con las pocas horas de sol que queden no se va a secar y propiciará que se hiele durante la noche.
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